domingo, 13 de julio de 2008

Capítulo III





Mi abuela se casó muy joven y hace muchos años. En aquellos tiempos, era normal que las mujeres tuvieran muchos hijos, y mi abuela no se quiso quedar atrás, por lo que a los 45 años, ya había dado a luz a 2 hombres y 6 mujeres.

La descendencia española de ella y la francesa de mi abuelo, formaban una buena mezcla para procrear niños maravillosos.

Todas sus hijas eran lindas, de cuerpos esbeltos y largas cabelleras. Para que decir los hombres, blancos como la nieve, de facciones perfectas y con un precioso negro azabache que cubría sus cráneos.

Cada uno tenía una característica especial, pero lo que los agrupaba a todos era la independencia con la que vivían sus vidas. Cada uno por su lado hacía lo que quería sin ser amonestado.

Así fue como los 2 hombres, que eran los más centrados, lograron emprender un buen camino, estudiaron, trabajaron, se casaron, formaron familias y hasta hoy dicen ser felices.

Pero por otra parte, la belleza de las hermanitas Duboy las hacía irresistibles, y así fue como las 3 mayores a los 19 años quedaron embarazadas. Entre ellas, la Chechi.
Sin embargo, esto no sirvió de nada. Toda la familia pensaba que el hecho de tener que hacerse responsables de una vida, las centraría un poco, pero fue todo lo contrario.
Desconsideradas, las muy yeguas dejaban a sus hijos al cuidado de su abuela para poder salir a divertirse.

Mi abuela, a parte de haber criado 8 hijos, crió 6 nietos y 2 nietas, que lamentablemente desarrollaron los mismos genes alborotados de sus madres.

1 comentario:

Darth Miguelous dijo...

Buen relato. Me gusta esa mezcla de ficción y realidad. Uno de los atributos de la verosimilitud es la confusión con el mundo real. Acaso lo que cuentes esté muy inspirado en lo real, pero como lo cuentas, sin duda que es ficción.
Otro rasgo interesante del relato es su progresión "marcha atrás". Es una técnica difícil, ya lo creo