jueves, 3 de julio de 2008

Sequía Literaria


(En aquellos momentos, asi estaba mi mente, vacía como este cuarto)


Es tan incómodo el sentir que no encuentras las palabras indicadas para expresar los sentimientos que se están entrecruzando en tu mente y en tu corazón. Sobre todo cuando estas acostumbrada a hacerlo, y fluidamente.

Por una parte esta esa tensión y desesperación del saber que pasará con tu futuro (después de haber salido de 4to medio) Si estarás tomando el mejor camino o si acaso estás equivocada.

Por otras parte, la familia. El no querer desilusionar a nadie, no fallarles. Pero… ¿Por qué cumplirles también? Porque ellos me han educado. Yo no se los pedí, ellos decidieron tener hijos y por consiguiente es su responsabilidad cuidarlos y formarlos como personas. No es de mal agradecida, pero si tengo que cumplirle a alguien, es a mi misma.

Pero aún queda una parte ¿el corazón? No. Porque… ¿Qué es una persona sin corazón? Nada, absolutamente nada. No existe, porque la naturaleza humana, ¡el organismo humano! Esta compuesto por el corazón y otros órganos que no valen la pena mencionar ahora.

Así es que “aquello” que falta no es el corazón, es nuestra mente. Porque es ella la encargada de procesar todo lo que nos ocurre.
No, en realidad no es ella... ¡¡¡¡Aaaaaaa!!!! ¡Maldición! ¡No puedo! ¡No puedo!
¡¡¡No logro hilvanar una idea con otra!!!

- Relájate, eso es normal. –

- ¿Qué sabes tu de qué es normal y que no? Para mi no es normal. –

- Te apuesto que a ese tal Fuget que tú lees le pasó miles de veces –

- ¡NO! No creo, él tiene demasiadas experiencias como para quedar en blanco. –

- Él es más viejo, tú apenas tienes 18 años –

- ¿Y? –

- De tus 18 años, no creo que hayas nacido escribiendo todo lo que te ha ocurrido ¿ o si? ( se ríe) –

- ¡No seas huevona! Lo que pasa es que estoy acostumbrada a hilar ideas fluidamente, ya sea conversando o escribiendo, y como te habrás podido dar cuenta, no escribo hace meses y tampoco pude seguir conversando del tema que me interesaba reflexionar contigo. –

- No te preocupes, ya escribirás una de tus alucinantes historias y la conversación la tendremos otro día –

- Jajaja, no son alucinantes, es mi vida –

- Bueno, entonces tu vida es alucinante –

- Oh! Si… ¡que alucinante! –

- No trates de ser humilde Catalina (riéndose) no te resulta –

- (se ríe) Lo sé, lo sé. Pero es que, entonces, en este momento no me ha ocurrido nada “alucinante” -

- ¿Cómo que no? ¡Saliste de 4to Mujer! Entrarás a la universidad a estudiar lo que más te gusta hacer, lo que has soñado por estos dos últimos años y me dices que ¿no ha ocurrido nada alucinante en tu vida? -

- Pero no me afecta tanto, ya lo tenía asumido… -

- (La mira con cara de pregunta y a la vez incrédula) –

- Bueno, si. ¡Ya! ¡Lo asumo! ¡Me afecta! Pero aunque me afecte, no logro expresarlo. … Y ESO! No es común en mi –

- OK. Dejémoslo hasta aquí. Ahora cuéntame... ¿como está tu corazón? –

- Sabes que no me gusta hablar de esas mamonerias –

- Pero, ¿Por qué mamonerias? ¡Sales con alguien hace unos meses y me dices que no te gusta hablar de eso! No te entiendo… -

- Bueno, los que me conocen me entienden –

- … Gracias –

- ¿Qué? ¿Te enojaste? Aaaa, ¡no seas tonta! Si no me conoces, es tu culpa, yo te conozco bastante bien… -

- ¿Quieres? ( le ofrece un cigarrillo) –

- Ves que no me conoces, eso no se pregunta…( se ríe y coge el cigarrillo) –

- Cállate, prende el cigarro será mejor…-

Luego de nuestra “conversación”, encendí el cigarro y puse música.

Escuchamos Stairway to Heaven.

No hay comentarios: